jueves, 5 de junio de 2014


“La persuasión es tan única y particular que podría considerarse como un arte” [1] Y así es. No todo el mundo tiene la capacidad de convencer, inducir u obligar a alguien mediante la palabra a cambiar  su actitud o comportamiento desarrollando diversos argumentos, sin que la otra persona se dé cuenta de que puede estar siendo manipulado o influenciable. Pero hay que tener en cuenta que todos en algún momento lo hemos llevado a cabo o al menos intentado al mismo tiempo que muchas veces, por no decir diariamente, la persuasión nos persigue.

Los medios de comunicación, la publicidad, el marketing o incluso el cine, está plagado de ejemplos persuasorios. Estamos rodeados de esa realidad sin apenas ser conscientes. Y en uno de los ámbitos en los que menos se aprecia que pueda darse  es el cine. En el parece que se desarrolle de manera más sutil o indirectamente y eso se puede deber tanto al pensar que es ficción o debido a que este no está tan presente en el día a día de la población. En cambio, los otros grupos nombrados anteriormente sí lo están.   

Pero, ¿cuáles son las características por las que se hace posible?

Elementos racionales, emocionales e incluso el lenguaje corporal forman parte y van de la mano de ella. Por ello creo que deben explicarse uno a uno. Dentro de los elementos racionales encontramos la base para convencer. Primero debe haber un bueno argumento en el que se consolide una o dos ideas concretas nunca más de tres, en las que se pueda apreciar una buena lógica y retórica. Si desde un primer momento este apartado “cojea”  y no está bien estructurado es muy difícil convencer de algo. Por otro lado, los emocionales son como un plus al apartado anterior. En este apartado el que más destaca es la lástima, siendo esta una de las maneras más eficaces de remover los sentimientos de otra persona. Y finalmente, el lenguaje corporal, es tan importante como los elementos racionales ya que deben ir coordinados. Los gestos, los movimientos del cuerpo, los tics… todo ello puede llevar a llamar más la atención del persuadido y que de esta manera preste más atención al discurso que está entablando.

Dicho todo lo anterior, añadir que muchas veces tendemos a pensar que son las personas en sí, su oficio o el cargo que desempeñan los que nos persuaden por el simple hecho de ser quienes son. Por ejemplo; un político o un periodista. Cuando a diario escuchamos discursos u opiniones sobre algún suceso, de manera inmediata, más de la mitad de la población les cree y más que creerles por lo que dicen les creen por quienes son. Pero en los ejemplos posteriores y en todo lo dicho a lo largo de la entrada podremos observar como esto no siempre es así. Estas escenas de películas míticas son claros ejemplos de persuasión en el cine y en los que se puede observar cada una de las características anteriores y como no es la persona en sí solo lo que convence si no que lo más importante es la palabra.

 


Introduce un poco de anarquía. Desafía el orden Impuesto. Y todo se volverá un caos. Yo soy un agente del caos”.

 

 

 

En esta escena de “El caballero oscuro” se puede observar como el Joker intenta convencer a Dent de que se convierta en anarquista porque así podrá crear sus propias reglas evitando los errores comunes llevados a cabo sobre todo por el Gobierno.  Le dice que esas reglas lo único que buscan es someterle ya que si no las lleva a cabo las cosas no saldrán bien y que cuando el caos este impuesto por los anarquistas será el momento del cambio. Y junto con todo lo que dice añade un factor muy importante en su personaje, el corporal.

 


¿Una ensalada ligera? Qué pena, porque en verdad los hongos fritos fritos son excepcionales.

 


 

Se trata de una escena de la película "La vida es Bella" en la que la cocina del restaurante ya está cerrada, por lo que cuando llega un hombre del ministerio de Roma no tienen nada que servirle quitando de lo que un señor en la mesa de al lado no se va a comer. Entonces el camarero debe apañárselas para que este elija concretamente ese primer y segundo plato. Pero hay un problema más y es que este señor solo quiere comer ligero. Para ello lo que hace es nombrar rápidamente  las opciones que no existen dando superlativos y características que hacen pensar en que son alimentos completamente pesados y deja como última opción el plato que le pueden servir presentándolo como algo suave.

 


“Este no es el momento de aplaudir venganzas absurdas”

 

 

 

Este discurso pertenece a la película “Invictus”. En el Mandela intenta convencer a los votantes de que los africanos no son sus enemigos sino sus compatriotas y compañeros de democracia. Y que como para ellos lo más importante es el equipo de rugby no se lo pueden arrebatar a pesar de todo lo que ellos les han primado, porque si eso ocurre les perderían.

 

 “Las palabras siempre conservarán su poder y, si se escuchan, enuncian la verdad”
 
 
 
 
En este último ejemplo  de la película "V de Vendetta" vemos como un hombre enmascarado –calificado de terrorista por los medios de comunicación- aparece de pronto en la televisión dirigiéndose a nosotros. Y, como podemos comprobar, su discurso tiene toda la carga persuasiva (tiene que tenerla si quiere conseguir algo). Este personaje no solo no goza de una buena posición, sino que tendrá que enfrentarse a la predisposición que la gente tiene de no creerle dada su condición de terrorista. Y aún así lo consigue. ¿Cómo? Simplemente a través de la palabra pues, como él mismo dice, “las palabras siempre conservarán su poder y, si se escuchan, enuncian la verdad”. Pero no vale cualquier palabra, hay que saber utilizarlas. Para persuadir sin que nadie sea consciente de que está siendo persuadido por ellas, y convencer hasta quedarte con la opinión de tu público. La persuasión es un arte con el que no todo el mundo sabe jugar y que da tanto poder como el que tienen las palabras. Capaces de hacernos creer incluso cuando no queremos hacerlo o de dirigirnos cuando creemos estar moviéndonos por nosotros mismos, una única persona puede conseguir que todo Londres se reúna un 5 de noviembre a las puertas del Parlamento. Aunque no tenga ninguna garantía que darnos para que nos apoyemos, ni una sola certeza que acabe con nuestra incertidumbre. Sus palabras lo dicen todo.