“La
persuasión es tan única y particular que podría considerarse como un arte” [1]
Y así es. No todo el mundo tiene la capacidad de convencer, inducir u obligar a
alguien mediante la palabra a cambiar su
actitud o comportamiento desarrollando diversos argumentos, sin que la otra
persona se dé cuenta de que puede estar siendo manipulado o influenciable. Pero
hay que tener en cuenta que todos en algún momento lo hemos llevado a cabo o al
menos intentado al mismo tiempo que muchas veces, por no decir diariamente, la
persuasión nos persigue.
Los medios de comunicación, la
publicidad, el marketing o incluso el cine, está plagado de ejemplos
persuasorios. Estamos rodeados de esa realidad sin apenas ser conscientes. Y en
uno de los ámbitos en los que menos se aprecia que pueda darse es el cine. En el parece que se desarrolle de manera más sutil o
indirectamente y eso se puede deber tanto al pensar que es ficción o debido a
que este no está tan presente en el día a día de la población. En cambio, los
otros grupos nombrados anteriormente sí lo están.
Pero, ¿cuáles son las características por las que se
hace posible?
Elementos racionales, emocionales e incluso el
lenguaje corporal forman parte y van de la mano de ella. Por ello creo que
deben explicarse uno a uno. Dentro de los elementos racionales
encontramos la base para convencer. Primero debe haber un bueno argumento en el
que se consolide una o dos ideas concretas nunca más de tres, en las que se
pueda apreciar una buena lógica y retórica. Si desde un primer momento este
apartado “cojea” y no está bien
estructurado es muy difícil convencer de algo. Por otro lado, los emocionales
son como un plus al apartado anterior. En este apartado el que más destaca es
la lástima, siendo esta una de las maneras más eficaces de remover los
sentimientos de otra persona. Y finalmente, el lenguaje corporal, es tan
importante como los elementos racionales ya que deben ir coordinados. Los
gestos, los movimientos del cuerpo, los tics… todo ello puede llevar a llamar
más la atención del persuadido y que de esta manera preste más atención al
discurso que está entablando.
Dicho todo lo anterior, añadir que muchas veces tendemos
a pensar que son las personas en sí, su oficio o el cargo que desempeñan los
que nos persuaden por el simple hecho de ser quienes son. Por ejemplo; un
político o un periodista. Cuando a diario escuchamos discursos u opiniones
sobre algún suceso, de manera inmediata, más de la mitad de la población les
cree y más que creerles por lo que dicen les creen por quienes son. Pero en los
ejemplos posteriores y en todo lo dicho a lo largo de la entrada podremos
observar como esto no siempre es así. Estas escenas de películas míticas son
claros ejemplos de persuasión en el cine y en los que se puede observar cada una
de las características anteriores y como no es la persona en sí solo lo que
convence si no que lo más importante es la palabra.
“Introduce un poco de anarquía. Desafía
el orden Impuesto. Y todo se volverá un caos. Yo soy un agente del caos”.
En esta escena de “El caballero oscuro” se puede observar como el Joker intenta
convencer a Dent de que se convierta en anarquista porque así podrá crear sus
propias reglas evitando los errores comunes llevados a cabo sobre todo por el
Gobierno. Le dice que esas reglas lo
único que buscan es someterle ya que si no las lleva a cabo las cosas no
saldrán bien y que cuando el caos este impuesto por los anarquistas será el
momento del cambio. Y junto con todo lo que dice añade un factor muy importante
en su personaje, el corporal.
¿Una ensalada ligera? Qué pena, porque en verdad los
hongos fritos fritos son excepcionales.
Se trata de una escena de la película "La vida es Bella" en la que la cocina del restaurante ya
está cerrada, por lo que cuando llega un hombre del ministerio de Roma no
tienen nada que servirle quitando de lo que un señor en la mesa de al lado no
se va a comer. Entonces el camarero debe apañárselas para que este elija
concretamente ese primer y segundo plato. Pero hay un problema más y es que
este señor solo quiere comer ligero. Para ello lo que hace es nombrar
rápidamente las opciones que no existen
dando superlativos y características que hacen pensar en que son alimentos
completamente pesados y deja como última opción el plato que le pueden servir
presentándolo como algo suave.
“Este no es el momento de aplaudir venganzas absurdas”
Este discurso pertenece a la película “Invictus”. En el Mandela intenta convencer a los
votantes de que los africanos no son sus enemigos sino sus compatriotas y
compañeros de democracia. Y que como para ellos lo más importante es el equipo
de rugby no se lo pueden arrebatar a pesar de todo lo que ellos les han
primado, porque si eso ocurre les perderían.
En este último ejemplo de la película "V de Vendetta" vemos como un hombre
enmascarado –calificado de terrorista por los medios de comunicación- aparece
de pronto en la televisión dirigiéndose a nosotros. Y, como podemos comprobar,
su discurso tiene toda la carga persuasiva (tiene que tenerla si quiere
conseguir algo). Este personaje no solo no goza de una buena posición, sino que
tendrá que enfrentarse a la predisposición que la gente tiene de no creerle
dada su condición de terrorista. Y aún así lo consigue. ¿Cómo? Simplemente a
través de la palabra pues, como él mismo dice, “las palabras siempre
conservarán su poder y, si se escuchan, enuncian la verdad”. Pero no vale
cualquier palabra, hay que saber utilizarlas. Para persuadir sin que nadie sea consciente
de que está siendo persuadido por ellas, y convencer hasta quedarte con la
opinión de tu público. La persuasión es un arte con el que no todo el mundo
sabe jugar y que da tanto poder como el que tienen las palabras. Capaces de
hacernos creer incluso cuando no queremos hacerlo o de dirigirnos cuando
creemos estar moviéndonos por nosotros mismos, una única persona puede
conseguir que todo Londres se reúna un 5 de noviembre a las puertas del
Parlamento. Aunque no tenga ninguna garantía que darnos para que nos apoyemos, ni
una sola certeza que acabe con nuestra incertidumbre. Sus palabras lo dicen
todo.